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Un pueblo tan misterioso cómo sus remotos orígenes, que se mantuvo unido por sus costumbres, su lengua, sus ritos y su ley.
Nunca tuvieron un territorio ni necesitaron ejércitos para defenderlos; fueron errantes que trataron de vivir en paz con los pueblos que los acogieron, pero la férrea decisión de mantener su propio estilo de vida, hizo que fueran mirados con recelo.
El temor por lo desconocido se encuentra grabado en la memoria genética del hombre, aún cuándo forme comunidad bien organizadas, lo diferente enciende una alerta de peligro.
Cuánto más podroso sean los gobernantes de dichas comunidades, mayor será el temor a que algo pueda alterar el orden establecido.
La Edad Media en Occidente, fue una época de mucha ignorancia, pobreza y violencia. Incluso la Iglesia Cristiana, actuaba abiertamente como un poder político más de los que se enfrentaban en frecuentes y sangrientos conflictos.
La perscución y el dolor hizo que se aferraran aún más a sus tradiciones, porque sabían instintivamente que en ellas se encontraba el alma de su pueblo.
Lo que no pudieron evitar fue que se tejiran historias, que su presencia se asociara con brujería y delito.
En 1445, el príncipe de Valaquia, Vlado Dracul, regresó triunfante de Bulgaria, y trajo con el a 12.000 personas de piel oscura, de ropa y costumbres remotas, cautivos y esclavos.
26 años después, Esteban el Grande de Moldavia venció a los de Valaquia y se trajo consigo 17.000 gitanos, no sin antes empalar por el ombligo a más de dos mil de sus prisioneros, precediendo así en la fama de crueldad a su primo, amigo y afiliado, Vlado Tepes (empalador), o Vlad III o IV, o Vlad Dracolea, el Drácula histórico que fue héroe nacional de la resistencia ante los turcos. El conocido y popular drácula que todos conocemos.
Esclavos en Transilvania o errantes en cualquier lugar, estas gentes extrañas se las han arreglado para mantener un idioma y unas costumbres que en algunos casos se pueden remontar a milenio y medio de caminar por
el mundo, originando leyendas y malos entendidos, creando músicas hermosas y feos prejuicios, y estando, como Dios, en todas partes sin que nadie los pueda ver.
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